El edificio Markel, finalizado en 1965, es obra del arquitecto Haigh Jamgochian. Se encuentra en Richmond (Virginia) y se trata de un volumen de planta circular cuyas fachadas están revestidas enteramente por aluminio.
Las restricciones presupuestarias, para poder acometer el encargo, lo llevaron a utilizar un material que fuera relativamente "asequible" en cuanto a costes y suministro. Precisamente en esta ciudad se encontraba la sede de Reynolds Metals, conocida por la fabricación de papel de aluminio para uso doméstico.
A la hora de diseñar la volumetría, Haigh Jamgochian se inspiró en la imagen de una patata envuelta en papel de aluminio para cocinar al horno. Los residentes locales lo reconocen como el "edificio de Jiffy-Pop". Este material cuando se pilega se adapta perfectamente a cualquier forma, de manera que extrapoló esta idea de "envoltorio" a su propia obra. Cada planta está revestida de una sola lámina de aluminio, sin juntas ni uniones intermedias. Dicen, que tras colocar el revestimiento de la última planta, el propio Haigh, subió al andamio con un mazo y frente a los operarios golpeó con fuerza la superficie de aluminio hasta que adoptó la textura que ahora es visible, tras lo cual los operarios aporrearon el resto del envoltorio.
Las restricciones presupuestarias, para poder acometer el encargo, lo llevaron a utilizar un material que fuera relativamente "asequible" en cuanto a costes y suministro. Precisamente en esta ciudad se encontraba la sede de Reynolds Metals, conocida por la fabricación de papel de aluminio para uso doméstico.
A la hora de diseñar la volumetría, Haigh Jamgochian se inspiró en la imagen de una patata envuelta en papel de aluminio para cocinar al horno. Los residentes locales lo reconocen como el "edificio de Jiffy-Pop". Este material cuando se pilega se adapta perfectamente a cualquier forma, de manera que extrapoló esta idea de "envoltorio" a su propia obra. Cada planta está revestida de una sola lámina de aluminio, sin juntas ni uniones intermedias. Dicen, que tras colocar el revestimiento de la última planta, el propio Haigh, subió al andamio con un mazo y frente a los operarios golpeó con fuerza la superficie de aluminio hasta que adoptó la textura que ahora es visible, tras lo cual los operarios aporrearon el resto del envoltorio.
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