13 may 2011

Una casa para Belén Esteban



Hace unos años tuve un problema cardíaco. La situación me hizo replantear mi vida en todos los aspectos, incluyendo la profesional. Decidí tomarme las cosas de otra manera, abarcando en función de mis posibilidades y sobretodo disfrutando cada momento. Lo primero que uno hace, superado el susto, es hacer autocrítica. Uno se empieza a hacer preguntas del tipo ¿quien soy?, ¿que he hecho o que he dejado de hacer? y sobretodo la gran pregunta ¿hacia donde quiero ir?. Yo, por ejemplo, en lo profesional decidí ser cabeza de ratón antes que cola de león.

En La Vanguardia, este domingo pasado y a doble página, se hablaba de la situación actual de los arquitectos. La situación, estremecedora, hace pensar que el colectivo está al borde del infarto.  Un 32,4% está en paro y un 14,3% de los activos realizando trabajos fuera de la profesión. Del resto, un 53,3%, mejor no entrar en detalles sobre los ingresos o número de visados por arquitecto en el último año, porque es para caer fulminado por muerte súbita.

Ante este panorama, el colectivo debe de hacer autocrítica si quiere tener posibilidades de sobrevivir. La crisis actual no la hemos provocado nosotros, pero hemos ayudado o contribuido, con más o menos voluntad.  Hace unos días criticaba desde este blog a la Premio Planeta Angeles Caso, por tacharnos de colectivo "intocable". Yo le recriminaba justo lo contrario diciendo "Somos tocables porque somos humanos, como el resto de ciudadanos,  periodistas o escritores de magazines. Mi prioridad, como para el resto, es mi familia y por ella me dejo tocar lo que haga falta". Quizás ahí radique nuestro problema. En estos años, nos hemos dejado tocar, yo diría que en exceso y hasta en ocasiones perdiendo la dignidad, por los intereses de promotores, constructores, políticos, empresas y demás colectivos, públicos y privados. No nos hemos plantado, y por contra, hemos aceptado hacer de mercenarios con más o menos "glamour".

La autocrítica, desde el corazón, es tremendamente sana, al principio escuece, pero a medida que se asume te libera progresivamente del dolor. El arquitecto no puede olvidar su compromiso social, inherente a su condición. Como dijo Lluís Comerón, Decano del Colegio de Arquitectos de Cataluña, en homenaje reciente, al fallecido arquitecto Albert Illescas "La arquitectura es trabajo para los otros, y, en consecuencia, lo que hacemos los arquitectos se entiende mejor a partir de como lo hacemos posible." La clave está precisamente en como lo hacemos posible.

Cambiar la actitud. Por una parte, no podemos vivir al margen de los problemas de la gente, dando la espalda a sus auténticas necesidades y por otra, necesitamos recuperar la dignidad, el prestigio, el reconocimiento desde la proximidad. En estos tiempos toca bajar, arremangarse y manos a la obra, en definitiva, servir a la sociedad.

En el mismo día, desde la páginas del magazine, leo la columna de Quim Monzó "espejito mágico dime". Recuerda la intervención del omnipresente Joaquín Torres en el programa La Noria. El señor Torres, arquitecto, hace referencia a la colaboradora de la cadena Belén Esteban diciendo que nunca le construiría una casa, ni que se lo suplicase, porque considera que no está a su nivel y dice textualmente: "Yo le haría una casa a cualquiera que me pagase, pero a Belén le haría recapacitar en que ella no quiere una casa de Joaquín Torres, porque estoy seguro de que a ella no le gusta el tipo de arquitectura que yo hago". ¡Negarle la posibilidad a la "Princesa del pueblo" de encargarle una casa!. A Belén, porque a Letizia, también princesa, si lo piensa no creo que tenga narices de decírselo. A lo mejor, ni una ni otra están a su nivel, pero le recuerdo que ambas son monárquicas, de sangre roja y seguro que con electrocardiogramas similares, me atrevo a decir que incluso comparables a un gráfico de índices de audiencia en alza.

Es muy respetable la decisión del Sr. Torres. Lo puede pensar, pero cuando lanza en voz alta sus pensamientos, utilizando un programa de televisión con una importante repercusión mediática, estos acaban siendo dogmas y nos acaba salpicando al resto de los arquitectos, porque quiera o no quiera, cuando habla él su actitud traspasa al resto.  Probablemente no estará de acuerdo, o mejor dicho, dirá que no va con él, que ese no es su problema. ¡Faltaría más!.

Belén, reina de corazones, no se si estamos a tú nivel, pero que sepas que nosotros si aceptaríamos el reto de hacerte una casa porque por encima de todo estamos al servicio del pueblo.


Dedicado a Sergio Reina. Mucho más que arquitecto

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