26 ene 2011

El nuevo Bulli de Ferran Adrià y Enric Ruiz-Geli



De pequeño, mi cuento favorito era el de Hansel y Gretel. Eran dos hermanos que se perdieron en el bosque, y buscando el camino de vuelta se encontraron con una casita, con cubierta de chocolate, chimenea de caramelo y muros de turrón. El jardín, alrededor de la casita, estaba repleto de caramelos y golosinas, conformando  un extenso manto coloreado de flores multicolores. Para mí, llegar a probar cualquier parte de esta casita era un sueño. Un sueño que se cumplía mientras dormía.

Estoy en casa, a las tres de la tarde y medio adormecido en el sofá, oigo en las noticias por la televisión, que Enric Ruiz-Geli se encargará de la ampliación del restaurante "El Bulli" de Ferran Adrià, para realizar un centro de investigación de creatividad y nuevas tecnologías.

En esos momentos me incorporo súbitamente y veo, en un instante de máxima lucidez, a Hansel y Gretel, es decir, a Enric y a Ferran, departiendo tranquílamente entre fogones. Espero ansiosamente las imágenes del nuevo centro, mientras el arquitecto del nuevo edificio le explica al arquitecto de la nueva cocina, las características del nuevo proyecto diciendo "se pretende que el nuevo Bulli sea el primer centro mundial de estas características que sea totalmente autosuficiente energéticamente y 100% sostenible, de emisiones cero. Se autoabastecerá de agua y electricidad; eso se traduce en que el edificio será energéticamente autónomo y limpio porque usará energía eólica, solar y geotérmica".

Aparece la imagen de un gigantesco bizcocho, abombado y con irregularidades, por falta de levadura o quizá por exceso de temperatura de cocción o por cualquier otro motivo que desconozco. Se acabó la noticia. Inquieto cambio de canal para intentar recabar más información. Todo es inútil. Me quedo con las ganas de saber si este edificio se podrá probar. Poder pasar la lengua por un pilar de chocolate negro muy amargo, oir el chasquido seco al arrancar un trozo de muro de turrón de almendra, oler un dulce jarabe de frutas que rebosa de una cubierta. Parece que no. Los dos mejores arquitectos, experimentales en lo suyo, tienen la oportunidad única de realizar un auténtico centro experimental para deleite de los sentidos, más allá de degustar con la vista, y quizá con algún otro sentido, una nueva exquisitez tecnológica.

Por favor, que no se pierda la oportunidad única, el verdadero desafío, de cocinar la Arquitectura o de hacer Arquitectura desde la cocina, que se vea, que se huela, que se oiga, que se toque y sobre todo que se saboree. Entretanto, me vuelvo a mi sofá a seguir con mi sueño de infancia...

Dedicado a Carme Torrents. Arquitecta salada, picante, dulce, amarga y muy ácida. Del resto de los sentidos no comento.


1 comentario:

  1. Ya nos tendras al corriente de las novedades sobre el tema . Creacion de espacios con particulas .... interesante tambien !

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