24 ene 2011

Ciudades desenchufadas. El coche eléctrico



Hace días leí en El Periódico una noticia titulada "El coche eléctrico no funciona". El Ayuntamiento ha instalado 77 puntos de recarga para aproximadamente un centenar de vehículos eléctricos que circulan por la ciudad.

Me viene a la cabeza el "Proyecto del Ensanche y Reforma de Barcelona" de 1859 de Ildefons Cerdà. Entre muchas de sus virtudes, me llama poderosamente la atención la capacidad de anticipación y el carácter avanzado de su propuesta. Una cuadrícula ilimitada que se extiende sin prejuicios, sin jerarquías ni periferias. Una visión racionalista moderna, cuyos objetivos principales eran la del desarrollo del transporte y la higiene pública futuros.  

Decía el periodista Carlos Márquez Daniel en su crónica "El arte de la anticipación da un plus de tranquilidad, aporta perspectiva y ayuda a planificar".

Tomándole la palabra al Sr. Márquez y recordando, por que no, al Sr. Cerdà, el ayuntamiento haría bien en asumir, de forma clara y rotunda, la llegada a la ciudad del vehículo eléctrico como medio de transporte alternativo, tanto público como privado. Debería de mostrar capacidad de anticipación, más allá de instalar algunos puntos de recarga diseminados por la ciudad sin aparente criterio. De entrada se me ocurre una pregunta para situarnos: ¿Los puntos de recarga deben de ofrecerse en todas las zonas públicas de aparcamiento, como sucede en algunas ciudades noruegas, ó deben situarse en los aparcamientos privados?. Tanto en un caso como en el otro, o  en la combinación de ambos, la administración debería de ponerse "las pilas" y definirse ya.

Instalar zonas de recarga pública, sobre el tablero de la ciudad, supone acometer obras en la calle, en la cuadrícula ilimitada del ensanche e incluso más allá, con lo que ello conlleva, con presupuestos nada desdeñables. Instalar zonas de recarga privada supone acometer obras molestas para los vecinos, con presupuestos que deberán ser subvencionados inexorablemente por la administración, puesto que costearse estas instalaciones estará al alcance de muy pocas comunidades. Lo que tengo claro es que, sea cual sea la opción de la administración, para que el coche eléctrico tenga una entrada natural y progresiva en nuestras ciudades, debe estar resuelta previamente la cuestión de la recarga para todos los ciudadanos sin distinción de zona o clase social. En el futuro debería ser tan fácil recargar el coche como el teléfono móvil.

Tal como dice D.Manuel de Solà-Morales en el libro Laboratorio de Urbanismo "Cerdà pretende establecer las causas que permitan proyectar las nuevas ciudades, adaptadas a la nueva locomoción, rodada perfeccionada".


P.D: En todo este asunto me llama la atención dos cuestiones, por un lado la inmovilidad aparente de las estaciones de servicio, que no parecen estar muy por la labor (supongo ingenuamente, que por que no ven negocio en ello) y por otra, no olvidemos, los combustibles fósiles tributan importantes impuestos que engordan las arcas del estado. ¿Será cuestión de negocio?.

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